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Relatoría III Café-Mediación: ¿Es la Mediación Cultural una práctica creadora?

Asistentes: equipo de mediación de MEDIALAB, AMECUM y público externo.



Reunidos en Medialab el 29 de septiembre de 2016, comienza nuestro primer Café Mediación de la temporada, con el título: “¿Es la mediación una actividad creadora?" Beatriz Martins introduce la labor de AMECUM: la visibilización de la mediación, la lucha contra la precariedad y la construcción de una red de profesionales del sector.


El equipo de MediaLab se presenta. Además de desempeñar tareas propias de mediación, son también investigadores. Desarrollan básicamente dos funciones: por un lado, informar, estar pendientes de los usuarios de Medialab y de las necesidades técnicas. Por otro lado, también desempeñan una función investigadora, que puede desarrollarse tanto en proyectos dentro de Medialab como fuera del centro. Cada uno tiene su propia metodología, pero hay nexos comunes. Se trata de investigación no académica centrada en sinergias colaborativas.


Ante la pregunta sobre los procesos de evaluación y supervisión, ellos manifiestan que les gustaría contar con alguna figura que los tutorice. Además, les gustaría poder tener más tiempo para compartir con los compañeros el desarrollo de sus respectivas investigaciones. Actualmente lo hacen, pero en un plano informal, en conversaciones espontáneas.


Por parte de AMECUM se señala que ésta es una de las características de la precariedad de la mediación: la falta de un espacio para compartir dudas, para reflexionar y evaluar.


Ante la pregunta: “¿creéis que existen unas condiciones para que se produzca la mediación cultural?”, sostienen que la investigación queda relegada a un segundo plano. A veces se obvia por parte de la institución.


Una de las asistentes comenta que las condiciones de trabajo que tienen son idóneas: crear, programar en el espacio; investigar in situ.


La mediación no facilita necesariamente la creación; más de tres personas comentan en la reunión que no han tenido tiempo para crear algo propio, porque han perdido mucha energía en actividades relacionadas con la coordinación y la gestión.



Se lanza la siguiente pregunta: “¿Vuestros proyectos se han materializado en alguna obra en concreto con el fin de que permanezca en Medialab? Comentan que no hay un perfil tan artístico: no se trata de generar una obra de arte. Se trata de crear comunidades, de procesos centrados en la construcción de redes.


Afirman que, en general, cada vez que se han conseguido mejoras se han mantenido. Esto puede ayudar a la creación y a la visibilización, ya que se cuenta con más margen para poder desarrollar los proyectos. Actualmente, aquellas iniciativas que ya estaban en marcha han sido prorrogadas.


El potencial de los proyectos de los mediadores tiene un impacto real en la gente. Se alude al ejemplo del taller de producción de altavoces: lo interesante es que los usuarios de Medialab puedan seguir utilizándolos.

Una de las mediadoras asistentes insiste en el componente investigador de la mediación, que es obviado tanto socialmente como por parte de la institución. Ella trabaja en un centro de arte; dado que no les perciben como investigadores, toda la producción cultural que implementan diariamente queda invisibilizada.


Uno de los asistentes apunta que Medialab posee una función simbólica e intangible, puesto que se trabaja con contextos y procesos. Ya en los ochenta eran prácticas muy intuitivas. El papel de la mediación clásica es invisible y objetivo: el mediador mantiene una posición equidistante.


A raíz de la definición de mediador, una de las asistentes opina que la precariedad tiene mucho potencial desde lo invisible. Que eso permite crear otros espacios y a veces da más libertad, a lo que se responde que si no se visibiliza no se pone en valor.


Se habla de cierta ansiedad sobre los límites de la investigación porque suele haber una sensación de que no acaba, que se podría prolongar “ad infinitum”. Por otro lado, esa libertad es lo que les da un soporte y un sostén. ¿Hasta dónde llega la mediación en Medialab? ¿Al encuentro con el público? ¿Cómo se gestiona el dentro/fuera?


Uno de los mediadores pregunta: “¿Cómo voy a llegar a la gente? Los agentes que interesan en Medialab están fuera. Quizá habría que hacer los encuentros en lugares estratégicos. Es el eterno conflicto del dentro y fuera.” A propósito de esto se menciona el caso de un mediador que llevó a cabo una investigación fuera de Medialab.


El tiempo y la urgencia siempre juegan en contra en los procesos educativos. Es el mismo efecto de una residencia artística, en la que se imponen los límites de la creación.


Uno de los mediadores afirma: “en mi grupo de trabajo casi todo el mundo está de acuerdo en que en Medialab hay mayor apertura que en otras instituciones. Al público le parece un lugar muy accesible, más que otros espacios”.


Ante la pregunta de qué sucede con las redes de trabajo que se crean una vez que ha terminado el período de la investigación, se menciona el caso de Wikiesfera, que ha tenido continuidad después. Hay un grupo de trabajo que se sigue reuniendo en torno a este proyecto. O por ejemplo el caso de Cocinando e-books, sobre autoedición de libros electrónicos, que también se ha prolongado sin que la mediadora tuviera que estar necesariamente en todas las reuniones.

Por parte de la moderadora se lanza la siguiente pregunta: “¿Qué estrategias de trabajo ayudan a que cuajen estos proyectos?”


Por parte del público se afirma que hay que diferenciar campo de conocimiento y estrategias de cohesión de grupo. Dejar que el grupo funcione de manera autónoma y que el mediador se retire. Ante esta afirmación, una mediadora del público responde “¿eso sería un objetivo? A nosotras nos gusta trabajar.”


Uno de los mediadores expone su conflicto a la hora de repartir responsabilidad en el grupo. ¿Cómo poner los límites entre su propio trabajo y el exceso de tareas para los miembros de un taller? Otro de los asistentes afirma que hay más recompensas aparte de la parte económica: afectos, tiempo…


Una de las mediadoras habla así de su trabajo: “la gente tiene que estar feliz. Yo genero un paraguas, un espacio de trabajo.”


Se diferencian dos tipos de mediación: autora (cabeza visible) o mediación transparente, de coordinación, donde la autoría o contenido depende del público.


A partir de este momento, se hace un breve repaso por los orígenes y la necesidad de la mediación en las instituciones. Los gestores y directores de museo se dieron cuenta su importancia; saben que la calidad de un proyecto no garantiza la asistencia de público. Lo hace la mediación.


En Canadá, país pionero en este sector, se mide el impacto de las actividades y de la mediación, teniendo un enfoque y un engranaje muy sofisticado. En Estados Unidos, el caso del Brooklyn Museum es muy elocuente al respecto: hay cuatro personas que trabajan en “engagement”, esto es, la evaluación del conjunto de mensajes de comunicación que se lanzan desde el museo a distintos sectores de población (por ejemplo, señalización no sexista de los carteles, luces, etc).


Ante esto, surge una pregunta: ¿Hay exposiciones que pueden no ser mediadas? Todos los asistentes están de acuerdo en que desde hace quince años sabemos que una exposición debe ser mediada.


No todos los agentes culturales creen en la mediación. Por ejemplo, hay curadores que no están de acuerdo en que una partida del presupuesto total de una exposición se destine a la mediación.


Se afirma que la mediación educativa es una producción de conocimiento. Falta formalizarlo, no en un objeto, sino en la propia investigación.


El grupo se pregunta: ¿Qué tipo de mecanismos harían falta? Se lanzan algunas ideas: reflexiones por escrito sobre la propia práctica, publicaciones (web, libro, papel), redactar informes de evaluación, fomentar los encuentros entre profesionales, crear conciencia y poner en valor el trabajo. Se insiste en desarrollar un cuerpo teórico de mediación. El lenguaje estructura, visibiliza, proporciona referencias y solidez. Más que hacer lo que uno sabe hay que “saber lo que uno hace”.


Se reitera que la educación es un espacio de resistencia a la productividad. No todo tiene que ser visibilizado y productivo. Ante esta afirmación, se replica que es una actividad mal remunerada, y eso es una forma de invisibilización.


Para mejorar las condiciones y reivindicar una mayor valoración social, se propone contar con distintos apoyos de la sociedad. La mediación no puede ser gregaria o sectaria. La estrategia a seguir tiene que ser una acción holística, apoyádose en el público.


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