Una Laguna en mediación – Encuentro: Educación Museos y Comunidad en el Museo de Historia y Antropol
Educación, museos y comunidad. Tres espacios para el intercambio y el conocimiento. Bajo esa premisa hemos sido invitadas a participar en el encuentro organizado por el Museo de Historia y Antropología de Tenerife, coordinado por Ruth Azcárate, responsable del departamento de Didáctica del museo.
El viaje no nos podía hacer más ilusión. Además de compartir nuestra experiencia desde la asociación y nuestra práctica profesional, el encuentro suponía una oportunidad para conocer a otros compañeros , otros saberes y sobre todo acercarnos al contexto de Canarias en materia de educación en museos y mediación cultural.
La primera dinámica del encuentro nos anunció el buen ambiente que se iba a generar en los días siguientes. Hace unas semanas nos pidieron definirnos con un personaje con el que nos sintiéramos identificados. En el museo recogimos las tarjetas donde figuraba nuestra identidad ficticia. El juego consistía en encontrar a quien tuviera la tarjeta con nuestro nombre verdadero. Allí estaban Mafalda, Frida Kahlo, Isadora Duncan, Cactus de las Supernenas… Hasta que todo el mundo encontró su tarjeta de verdad.
La primera ponencia fue impartida por Ana Moreno, jefa del área de educación del Museo Thyssen- Bornemisza. Además de contarnos la estructura del departamento y de los programas que desarrollan, Ana insistió en la educación como una función del museo, no un servicio, y los peligros de ligar la actividad de educación a la difusión o la comunicación. Definió el museo a través de las palabras: “espejo”, “conversación”, “experiencia”, “espacio compartido” e “innovación”. Insistió, además, en el carácter vivencial de las exposiciones, asegurando: “la calidad de una exposición está en las conversaciones que se tienen delante de ella”, favoreciendo lo cualitativo frente a lo cuantitativo. Esto nos sirvió para reflexionar en colectivo sobre cómo una de las estrategias para desprestigiar la educación en museos es acogerse a términos cuantitativos y mensurables numéricamente. Sabemos que la educación, precisamente, se mueve en espacios ajenos a esos parámetros. ¿Cómo se cuantifica el conocimiento? ¿Y la experiencia? ¿Y las emociones? ¿Cómo se mide el impacto de un acontecimiento cultural?
También mencionó las distintas herramientas de mediación que ha desarrollado el Museo Thyssen, como apps, recursos educativos, guías didácticas, espacios de interpretación o audioguías. Además, compartió con nosotros algunos proyectos en los que ha estado muy presente la curaduría educativa, una tendencia cada vez más visible en las instituciones.
Además de las ponencias de algunos participantes, el encuentro en el Museo de Historia y Antropología de Tenerife ha estado marcado por las distintas ruletas de trabajo. Unas sesiones en las que de manera transversal e informal se trataban distintos temas de interés común. Asistimos a la que tenía por título Nuevas metodologías. Allí todos los asistentes nos presentamos y hablamos de la importancia de construir comunidad en el museo. Frente a las voces que hablan de la educación como un proceso de “puerilización” del museo (curiosa siempre esa asociación entre educación e infancia, obviando todas las demás etapas de la vida), insistimos en lo educativo como una vía para poner valor el aprendizaje. Y eso atañe a la propia institución. Uno de los asistentes preguntó: ¿cuántos museos han pensado lo que quieren? ¿Puede la educación cambiar la propia institución? La conclusión general fue que hay que transformarla desde dentro, filtrarnos para encontrar los huecos y ver dónde podemos actuar. Se habló también de trabajar no para la comunidad sino con la comunidad, y de la diferencia entre tener un listado de actividades y un proyecto pedagógico sólido.
La siguiente charla corrió a cargo de Andrea de Pascual, educadora y miembro de Pedagogías Invisibles. Nos explicó cómo trabajan a partir de la noción de arte+educación, buscando desarrollar en la sociedad el pensamiento artístico. Frente a explicar ciertos contenidos, ellas prefieren hablar de descubrir; en vez de repetir, practicar; en lugar de transmitir, experimentar. Su práctica se sitúa como creadoras de experiencias, haciendo de la creatividad su principal herramienta.
Andrea nos invitó a realizar una dinámica en el patio del museo, que consistía en que ella nos iba haciendo una serie de preguntas y dependiendo de si queríamos responder "sí"," no" o "a veces", teníamos que tocar una superficie, acercarnos al centro o abrazar a alguien.
Al día siguiente le tocó el turno a AVALEM, Asociación Valenciana de Educadores de Museos y Patrimonio, de la mano de Marina González Doval, secretaria de la asociación. AVALEM es pionera en el asociacionismo en materia de educación de museos, siendo el primer colectivo que surgió en el territorio español para visibilizar y reivindicar una profesión, como sabemos, injustamente precarizada. Además de apoyar junto a Pedagogías Invisibles y AMECUM la elaboración conjunta de un código de buenas prácticas en mediación cultural, AVALEM desarrolla otras campañas, como la defensa del 20% del presupuesto destinado al departamento de educación en todos los proyectos expositivos. Siguiendo la estela del café mediación de AMECUM han puesto en marcha el Vermú mediación, a través de reuniones periódicas donde hablan de temas relacionados con la mediación cultural.
La siguiente presentación trató sobre el Museo Blau de Barcelona. Pere Viladot y Montse Rovira nos hablaron de su experiencia trabajando en el departamento de educación. A lo largo de los últimos años han puesto en marcha iniciativas como el Consejo infantil, un programa destinado a niños para tomar decisiones que atañen al funcionamiento del museo, como la señalética, mejorar la iluminación, incluso incrementar el mobiliario. También hablamos de los desafíos de un espacio de interés científico, y cómo establecer puentes entre las comunidades cercanas a la institución desde ese perfil.
Para entender mejor el contexto de Canarias, las dos siguientes ponencias versaron sobre la educación en distintas instituciones de la comunidad. Por un lado, Javier Marrero Acosta, Catedrático de Didáctica de la Universidad de La Laguna, habló sobre la construcción social del museo. Por otro lado, el equipo de Educación Comunitaria del Museo Arqueológico de La Gomera habló de su experiencia trabajando y desarrollando su programación.
Gracias a Paloma Tudela Caño, educadora del Departamento de Educación del TEA (Tenerife Espacio de las Artes) pudimos conocer in situ cómo trabajan desde la institución y cómo han logrado mantener un espacio estable dedicado a actividades educativas. Nos quedamos maravilladas no sólo de las instalaciones, sino también del trabajo, la dedicación y el esfuerzo diario que destinan a este programa.
El último día AVALEM, Pedagogías Invisibles y AMECUM compartimos con el resto de asistentes el código de buenas prácticas, para reflexionar en colectivo y detectar posibles carencias, imprecisiones, etc. Una de las conclusiones más importantes fue especificar mejor el ámbito de aplicación del código, puesto que en el mismo se habla de “península”, y no se reconocen por tanto otros contextos del territorio español. Para nosotras fue muy importante esta crítica, puesto que muchas veces hablamos desde nuestro punto de vista sin darnos cuenta de que estamos obviando otras situaciones y realidades. En el debate posterior también hablamos de la importancia de nombrarnos, definirnos, y poner en valor nuestro trabajo. Se habló de la educación y la mediación como una consecuencia lógica después de la crisis: si la gestión cultural, en pleno auge económico, había obviado a los públicos, durante la crisis esa brecha se ha hecho visible y ha reclamado un espacio de atención.
Para cerrar estos intensos tres días, la última noche fuimos testigos de un proceso de mediación que nos dejó boquiabiertos. Durante cinco horas hicimos una visita dinamizada de la mano de Omaira Afonso por el Museo de Historia y Antropología en la que conocimos hitos culturales e históricos que han marcado el pasado de Canarias. Hubo tiempo para hablar de leyendas, la historia del archipiélago, la fricción guanche con el proceso de colonización, el choque cultural entre minorías frente a un imposición hegemónica, las historias de Señarosa, la fascinante historia de la isla de San Borondón, el fantasma Catalina, la definición de zorrocloco, la elaboración de alimentos tradicionales y las herramientas necesarias para ello, la crónica de Le Canarien, las aventuras del pirata Amaro Pargo, la existencia de la antigua laguna que dio nombre a la ciudad y que marcó también el urbanismo...
Un broche de oro, en definitiva, para cerrar estos tres días de encuentro que terminó de darle todo el sentido: museo, educación y comunidad en una Laguna… en pleno proceso de mediación. Gracias.